jueves, 30 de abril de 2009

D E S P E R T A R


Despertar, vestir, desayunar, salir, estudiar, volver, almorzar, dormir, estudiar, amigos, familia, cenar, bañar, dormir.
Mirar, escuchar, pensar, sentir, hablar, llorar, reír, extrañar, desear, odiar, lamentar, amar, querer, dejar, tomar, enojar, perdonar, olvidar, recordar, escribir, borrar, leer, gritar, callar, caer, levantar, sonrojar, disimular, cantar, bailar, disfrutar, rechazar, aceptar, aburrir, divertir. Ahora feliz, ahora triste, ahora reír, ahora llorar, ahora caminar, ahora estar sola, ahora pedir compañía.
Despertar, vestir, desayunar, salir, estudiar, volver, almorzar, dormir, estudiar, amigos, familia, cenar, bañar, dormir.
Mirar, escuchar, pensar, sentir, hablar, llorar, reír, extrañar, desear, odiar, lamentar, amar, querer, dejar, tomar, enojar, perdonar, olvidar, recordar, escribir, borrar, leer, gritar, callar, caer, levantar, sonrojar, disimular, cantar, bailar, disfrutar, aceptar, aburrir, divertir. Ahora feliz, ahora triste, ahora reír, ahora llorar, ahora caminar, ahora estar sola, ahora pedir compañía.
BASTA. ¿Qué estas haciendo?
De repente, todo se ha convertido en un rutinario mecanismo. Todos los días son iguales, pierdo la noción del tiempo y cuando entro en razón me doy cuenta del automatismo de mi vida.
Por momentos, siento que me he convertido en una especie de robot, programado para la rutina, inclusive para sentir. Por momentos, me detengo y caigo. Duele. Duele porque puedo ver cuánto he pasado en tan poco tiempo, sin ser conciente de eso. Duele porque el tiempo se ha convertido en mi verdugo, y me castiga sin piedad.
Paro. Te miro, me miro. Estás tan ausente como yo dentro de mí… Sólo que yo no me di cuenta antes. Cuando me entero, ya pasó…ya se fue. ¿Qué siento? Robot. ¿Qué pienso? Robot. ¿Dónde estoy? Robot. No quiero convertirme en eso, no quiero ser parte de la gran burbuja de la que todos lentamente caen, donde te extirpan la esencia, no hay tiempo para eso, sólo para pensar. Quiero detenerme, ubicarme, mirar hacia atrás, proyectar hacia delante. Quiero que desaparezcas, robot. No me sirve tu programa, no lo quiero, me destruye, me construye como vos querés. Yo sólo quiero vivir, yo sólo quiero ser.

miércoles, 29 de abril de 2009

Nuevo


A mí, el dolor me enseñó muchas cosas, y entre tanto que me dio, me quitó la posibilidad de poder volver a confiar…

De la pelea entre la persona racional y la pasional, sólo rescaté un par de lágrimas, arrepentimientos, ganas de arrancarme el alma del cuerpo, noches de alcohol y tabaco, y un manojo de resacas que no se curaban con volver a dormir. Nunca tendrían que haber sido rescatados, sino olvidados.

La persona racional, digamos, lo ajeno, trataba de tener la razón todo el tiempo. Ella sabía que estaba en lo correcto, pero cómo hacerle entender a la pasión que debía confiar en ella, la razón.

Se cometieron varios crímenes durante esa batalla: murieron viejos amores, murieron nuevos, dispuestos a terminar con la locura que adentro mío aumentaba a ritmo de fábrica, murió el tiempo, y por momentos, sentía que también había muerto el corazón.

Y ya, cuando no quedaba más nada que una razón muerta y una pasión, ciega, que creía haber ganado por afano…de repente, todo empezó a cambiar.

Quizás por cansancio, por desgano, por… la pasión sentía que había ahogado tanto a la razón cuando la razón tenía razón, que, ahora razonablemente, le tocaba rescatarla. La razón, dudosa de que la pasión entendiera que la razón tenía razón, poco a poco fue saliendo nuevamente a la luz. Por momentos tiene miedo de volver a morir, por momentos siente que le gana a la pasión, pero hay momentos en los que se queda inmóvil, quieta dejando que el tiempo, mediador por excelencia, decida cuál de las dos debe quedar.

Un día, inesperadamente, llega lo nuevo. La pasión no soportaba ser calmada por la fuerza de lo nuevo, y lo que más le molestaba era la idea de que lo nuevo existía porque la razón supo cómo actuar. Lo nuevo no era nuevo, era un viejo nuevo, que a la pasión y a mí, nos resultaba nuevo porque nunca supimos que eso era nuevo para ver, y para mirar, y para sentir.

Lo nuevo puso todo de sí, casi sin saberlo, y decidió convidarle un misterioso bocado de realidad a la pasión. Ella, incontrolable pero con la inconciente necesidad de ser atada, controlada, fue cayendo suavemente entre los brazos de lo nuevo, que le proponía cosas que ella nunca antes había vivido. Lo nuevo era nuevo, y por nuevo era novedoso, pero la pasión no entendía aún qué era lo que lo nuevo hacía de nuevo, que casi sin saberlo, sabía lo que estaba logrando. Casi no lo sabe. Casi.

La razón, que no mucho antes había decidido darse por vencida, y, al menos, eligió reconciliarse con la pasión, morir, pudo darse cuenta de la necesidad de su enemiga por ser apaciguada.

Y mientras esta sucesión de hechos ocurrían dentro de mí, yo seguía dejando correr el tiempo, por unos días, eligiendo a la pasión, por otros, eligiendo a la razón, pero nunca eligiendo a lo nuevo. Supongo que por miedo a la caída, supongo que por miedo a entender, supongo que el miedo no me dejó. Ni me deja.

Pero de a poco, la razón, lo nuevo, y la pasión se complementan, se completan y wow… de qué fascinante manera todo parece revivir.

Pasión, vieja y arrugada, sucia por la humillación de lo viejo, mareada por el vaivén de la indiferencia, maltratada y arrugada por la confusión, dejada de lado, tomada nuevamente, dejada de lado otra vez.

Razón, cansada de ser, de vivir y morir constantemente, cargada de rechazos, cargada de valor, ya poco comprometida, olvidó su objetivo y se dejó tentar por la tentación, de lo nuevo. Nuevo, nuevo. Y eso habla mucho.

Yo, dispuesta a recibirte, Nuevo, morir y volver a nacer. De nuevo, no con lo viejo, sino con vos, Nuevo.

lunes, 27 de abril de 2009

Delirios


Es bueno de vez en cuando tener delirios.Vienen con su poquito de locura,de enajenación,pero no importa. En ciertas fases nos hacen perder el tino, quizá porque el tino suele ser tedioso.
Los delirios nos sacan del mundo cotidiano,nos arrojan en brazos de las desmemoria, y así, sin la menor prevención disfrutamos del olvido.
Por una vez (¡y qué excepción!) saltamos por encima de esa valla llamada horizonte y nos abrazamos con otros delirantes que nos inventan nombres y destinos.
Los delirantes pasamos al lado de la muerte y le hacemos un guiño. Nos movemos como si fuéramos eternos, sin tomar precauciones, más o menos sonámbulos, festejando los rayos y los truenos, y mirando a través de la lluvia.
Los delirios son premios,vida entre paréntesis, pero cuando el paréntesis se cierra y regresamos a lo cotidiano, a lo cabal, a lo de siempre, sentimos entre pecho y espalda una aguda nostalgia del delirio.

Mario Benedetti

No más


Yo tenía las intenciones,

y vos lo sabías muy bien.

Yo era capaz de amigarme con el tiempo,

y vos lo sabías muy bien.

Yo quería darte todo, todo de mí,

y vos lo sabías muy bien.

Te busqué en las noches,

y creí encontrarte,

me desperté,

y de día,

ya no estabas más.

Pero yo no cargo más con esto,

parece que eso no lo sabés.

Entonces…

¿Por qué no supiste valorarme?

¿Por qué jugaste con mi espera, te apoderaste de

mi tiempo y lo intentaste manipular?

¿Por qué a tu antojo? Yo quiero que sea a mi antojo

¿Por qué no recibiste lo que yo estaba dispuesta a dar?

¿Por qué, ahora, que en mí nada queda,

pretendés volver para atrás?

No te equivoques, ya te equivocaste demás

no intentes reclamarme, vos sabes que yo puedo

decirte mucho más

No te confundas, ese cuento ya lo contaste,

y te creí,

y reíste,

y reíste,

incluso viéndome llorar.

No te arrepientas, a mi ya no me interesa,

Dejame volar, dejame dejarte

dejame manejar mi realidad

que si somos dueños de un destino,

es del que no nos va a juntar jamás.

Que si somos cuerpos presos,

de algo estoy segura,

al mío ya le dieron libertad.

Que si quedaron miradas,

son las de afuera,

que sabían,

y que yo sabía,

que esto estaba mal.

Que si quedaron palabras,

no importa, no importa

olvidalas,

yo sé que no te cuesta borrar.

Tu condena y mi cadena

ya no saben hablar,

ya no tiene sentido,

por favor, no lo fuerces más.

El lavarropas


Llega un momento del día,o de la semana o del mes, en el que caigo en la cuenta de la cantidad de ropa sucia que tengo acumulada y debo lavar.
Es así, que decido iniciarme en esta rigurosa aventura de quitar aquellas manchas molestas, y qué mejor aventurero que el lavarropas para acompañarme en la verdad.
Entonces separo las prendas de colores de las oscuras: le entrego al lavarropas las últimas,en primer lugar, así la parte fea del proceso termina rápido.
Coloco quitamanchas, y un poco de suavizante, para que la oscuridad toma al menos un sentido agradable, no tan acartonada. Mi amigo el lavarropas me transmite mediante sus luces que él se hará cargo, por un lento proceso, de hacer desaparecer esas manchas de la oscuridad. Y así, comienza.
Primero se llena de agua, y da la sensación de que las prendas oscuras se ahogaran. No sé por qué, pero eso me pone feliz. Luego comienza a asomarse espuma, espuma blanca, muy muy blanca, que hace que la oscuridad desaparezca. Parece que sólo es un instante. Se detiene unos segundos.Espera.Piensa qué hacer con ellas.
Para un lado,para el otro. El lavarropas traslada las prendas oscuras por todo su interior, como si quisiera deshacerse de ellas. Algunas se quedan pegadas en sus paredes, otras siguen dando vueltas al compás del intento por ser exterminadas. Esto ocurre durante un largo tiempo,que parece nunca acabar.
Vuelve a llenarse de agua, pero ya las prendas no se ahogan. Las vueltas incansables que el lavarropas da para eliminar la oscuridad, lo terminan confundiendo,hasta enfurecer.Entonces,como si una fuerza superior lo controlara,mi lavarropas da giros cada vez más rápido durante un tiempo considerable. Las estruja. Las arruga. Retuerce. Se calma, y se vuelve a enojar. No puede contra ellas, entocnes decide dejarlas en paz. Es ahí cuando saco a las oscuras prendas del lavarropas,y mis esperanzas por no verlas nunca más se desvanecen. Es ahí cuando comprendo que sólo puedo quitarles las manchas,perfumarlas,estirarlas,plancharlas y volverlas a usar. Es ahí, cuando entiendo que siempre irán conmigo, sólo tengo que aprender a llevarlas.
Y entonces, mi lavarropas, calmado, como en off, queda espectante, sigiloso, esperando a las prendas de colores para hacerlas brillar, o a las oscuras, para intentarlas apagar.